Como escribiera Lope de Vega en Fuente Ovejuna, el pueblo hizo justicia. En Junín, Yanacancha una vez más el pueblo llego al colmo. Los continuos robos de las pertenencias de los comuneros, los asaltos, los secuestros. La indiferencia de la Policía, y la inoperancia de la Justicia, por no hablar de la corrupción, colmaron a los pobladores de Yanacancha y dieron muerte a los ladrones y secuestradores. Todos a la una, fuente ovejuna señor.
Los hechos fueron lamentables y terribles, pero hechos al fin queda narrarlos para tratar de hacer entender a las autoridades responsables que las personas también toman decisiones límite cuando se ven atrapadas en un callejón sin salida.
Los ladrones esta vez habían robado el brazo hidráulico de una maquinaria pesada. Tan pesada que es necesario al menos 6 personas para robarse la pieza metálica. Fueron entonces al menos 6 personas, las que luego de realizar el robo lo camuflaron en una zanja para luego poder llevársela. Sin embargo los comuneros intuyeron que por lo pesada de la pieza, esta no podría estar tan lejos. Rastrearon las huellas y encontraron la pieza camuflada. En lugar de solo recuperarla se quedaron agazapados esperando a los ladrones. Varias horas después aparecieron, los pobladores se abalanzaron pero fueron repelidos con perdigones. Resultando muerto un comunero por un impacto de bala en el cráneo. Los demás huyeron despavoridos ante el riesgo mortal. Los ladrones también huyeron al verse sorprendidos.
La ronda campesina, organización comunera que vigila la comunidad de los ladrones salió en búsqueda de los ladrones, los siguieron por horas. Encontraron a dos de ellos y le dieron muerte de la manera más horrenda. En plena puna, donde solo crece el ichu por la altitud, les prendieron fuego literalmente, no usaron combustible, solo ichu y fuego. Los espeluznantes gritos llegaron a los pueblos vecinos.
Horas después uno de los ladrones es capturado en un auto y lo llevan a la plaza de armas de la comunidad, prende fuego al vehículo y al ladrón. Previamente encerraron a las autoridades de la población para que no interfieran. Todos a la una, fuente ovejuna señor. Si nos haces una, no harás más ninguna.
Los hechos fueron lamentables y terribles, pero hechos al fin queda narrarlos para tratar de hacer entender a las autoridades responsables que las personas también toman decisiones límite cuando se ven atrapadas en un callejón sin salida.
Los ladrones esta vez habían robado el brazo hidráulico de una maquinaria pesada. Tan pesada que es necesario al menos 6 personas para robarse la pieza metálica. Fueron entonces al menos 6 personas, las que luego de realizar el robo lo camuflaron en una zanja para luego poder llevársela. Sin embargo los comuneros intuyeron que por lo pesada de la pieza, esta no podría estar tan lejos. Rastrearon las huellas y encontraron la pieza camuflada. En lugar de solo recuperarla se quedaron agazapados esperando a los ladrones. Varias horas después aparecieron, los pobladores se abalanzaron pero fueron repelidos con perdigones. Resultando muerto un comunero por un impacto de bala en el cráneo. Los demás huyeron despavoridos ante el riesgo mortal. Los ladrones también huyeron al verse sorprendidos.
La ronda campesina, organización comunera que vigila la comunidad de los ladrones salió en búsqueda de los ladrones, los siguieron por horas. Encontraron a dos de ellos y le dieron muerte de la manera más horrenda. En plena puna, donde solo crece el ichu por la altitud, les prendieron fuego literalmente, no usaron combustible, solo ichu y fuego. Los espeluznantes gritos llegaron a los pueblos vecinos.
Horas después uno de los ladrones es capturado en un auto y lo llevan a la plaza de armas de la comunidad, prende fuego al vehículo y al ladrón. Previamente encerraron a las autoridades de la población para que no interfieran. Todos a la una, fuente ovejuna señor. Si nos haces una, no harás más ninguna.
